Vivir sin un diagnóstico de autismo o TDAH durante gran parte de la vida puede generar una profunda sensación de no encajar. Estas experiencias erosionan la autoestima y la autoeficacia, llevándonos a dudar de nuestras capacidades incluso cuando logramos el éxito. Para mitigar este impacto, es fundamental fomentar espacios más inclusivos y accesibles, tanto en los ámbitos educativos como laborales. Reconocer nuestras diferencias y reformular nuestras experiencias a través del poder del lenguaje puede ser el primer paso hacia la autoaceptación y el bienestar.
Vivir sin un diagnóstico de autismo o TDAH durante gran parte de la vida puede generar una profunda sensación de no encajar. Muchas personas neurodivergentes crecen sintiéndose “defectuosas”, sin comprender por qué tareas que parecen sencillas para los demás resultan abrumadoras para ellas. Esta falta de claridad puede erosionar la autoestima y la autoeficacia, llevándonos a dudar de nuestras capacidades incluso cuando logramos el éxito.
La Autoestima y la Autoeficacia en la Neurodivergencia
La autoestima y la autoeficacia se ven profundamente impactadas cuando el entorno espera que las personas neurodivergentes se ajusten a un modelo neurotípico. Como adultos con diagnóstico tardío, muchos han pasado años esforzándose por cumplir expectativas poco realistas, recibiendo críticas por ser “lentos”, “desorganizados” o “demasiado sensibles”. Como resultado, desarrollan una percepción negativa de sí mismos que se arraiga en la infancia y se refuerza en el ámbito educativo y laboral.
“Siempre me sentí como una impostora. Incluso cuando era promovida, cuando estaba gestionando equipos y procesos importantes y me decían que hacía algo bien, esperaba que me descubrieran como un fraude.”
Este tipo de experiencia no es inusual. La constante sensación de no ser lo suficientemente rápido o competente puede llevar a una autopercepción distorsionada, en la que incluso los logros son minimizados o atribuidos a la suerte en lugar de al esfuerzo y la capacidad real. Sin embargo, reconocer que las dificultades no son fallas personales, sino diferencias en la forma en que nuestro cerebro procesa la información y el entorno, puede ser el primer paso para cambiar esta narrativa.
La Baja Seguridad Psicológica y su Impacto en el Bienestar
La seguridad psicológica —es decir, la sensación de que podemos ser nosotros mismos sin miedo a represalias o juicios— es crucial para cualquier persona, pero en el caso de los adultos neurodivergentes, suele ser extremadamente baja. En el ámbito educativo, muchas personas recuerdan haber sido ridiculizadas por sus dificultades motoras, su procesamiento lento de la información o su necesidad de explicaciones más detalladas. En el trabajo, la falta de adaptaciones y la presión por “mejorar la comunicación” o “ser más rápidos” pueden convertirse en fuentes constantes de ansiedad.
El problema radica en que el mundo está diseñado en función de lo neurotípico, pero no solo eso: las expectativas sociales están marcadas por un estándar que valora ciertos tipos de productividad y contribución. Las formas en que se define “agregar valor” en los ámbitos educativos y laborales suelen estar ligadas a competencias neurotípicas, como la rapidez en la toma de decisiones, la multitarea, la comunicación verbal fluida y la extroversión. Incluso cuando las personas neurodivergentes poseen una alta creatividad, la capacidad de detectar patrones complejos o niveles profundos de empatía, la manera de aprovechar estas habilidades se ve truncada o severamente desafiada por un funcionamiento diferente. Esto genera un impacto significativo en la autoestima y la sensación de pertenencia, ya que muchas veces estas habilidades son invisibilizadas o subestimadas dentro de los estándares predominantes.
Para mitigar este impacto, es fundamental fomentar espacios más inclusivos y accesibles en los ámbitos educativos y laborales. El diseño universal para el aprendizaje (DUA), por ejemplo, propone estrategias para adaptar la enseñanza a distintas formas de procesamiento de la información. En el ámbito laboral, políticas como el trabajo remoto, los ajustes sensoriales y los tiempos de respuesta flexibles pueden hacer una diferencia significativa para la seguridad psicológica de los empleados neurodivergentes.
Reformulando Nuestras Experiencias: El Poder del Lenguaje
Una estrategia fundamental para reconstruir la autoestima y la autoeficacia es reformular nuestras experiencias a través del lenguaje. El modo en que nos hablamos a nosotros mismos moldea nuestra percepción de la realidad. Pasar de pensamientos como “soy un desastre” a “necesito otro tipo de estructura para organizarme mejor” cambia la narrativa interna y nos permite ver nuestras dificultades desde un enfoque más amable y constructivo.
La autocompasión, como señala la Dra. Kristin Neff, no significa autoindulgencia ni conformismo, sino reconocer nuestras luchas con amabilidad y comprensión en lugar de autocrítica. Investigaciones sobre la autocompasión en personas neurodivergentes han demostrado que esta práctica puede reducir la ansiedad, el estrés y los sentimientos de fracaso.
Practicar la reformulación también implica reconocer nuestras fortalezas. La hiperfocalización, el pensamiento innovador y la capacidad de detectar patrones complejos son características comunes en muchas personas neurodivergentes. Si bien el mundo neurotípico tiende a enfocarse en lo que no hacemos bien, el cambio de perspectiva nos ayuda a valorar aquello que nos hace únicos y valiosos.
La Autocompasión como Herramienta para la Regulación Emocional
“La autocompasión es una práctica que debe hacerse constante, no es un ejercicio simple ni una píldora mágica. Pero darme unos minutos para practicarla me ha ayudado a controlar meltdowns y a bajar la ansiedad en momentos extremos.”
Cuando enfrentamos un meltdown o una crisis de ansiedad debido a la sobrecarga sensorial, la presión externa o la fatiga mental, la autocompasión nos permite detenernos y validar nuestra experiencia en lugar de castigarnos por ella. Técnicas como la respiración profunda, el autoconsuelo mediante palabras amables y el reconocimiento de nuestra humanidad compartida pueden marcar una gran diferencia en la forma en que gestionamos estos momentos.
Además, incluir prácticas de mindfulness en nuestra rutina puede ser una herramienta poderosa para mejorar la regulación emocional. La atención plena nos ayuda a observar nuestros pensamientos sin identificarnos con ellos, lo que permite reducir la rumiación y el estrés. Estudios han demostrado que el mindfulness y la autocompasión combinados pueden mejorar significativamente la calidad de vida de personas con TDAH y autismo, al ayudarles a desarrollar una relación más saludable con sus emociones y experiencias.
Conclusión
Para los adultos neurodivergentes, la autocompasión no es solo un concepto teórico, sino una herramienta de supervivencia en un mundo que a menudo no comprende nuestras diferencias. Practicar la autocompasión nos permite reformular nuestra historia, mejorar nuestra seguridad psicológica y fortalecer nuestra autoestima. No es un proceso inmediato ni lineal, pero cada pequeño paso en esta dirección nos acerca a una vida con mayor bienestar y autenticidad.
Fuentes Consultadas
Vivir sin un diagnóstico de autismo o TDAH durante gran parte de la vida puede generar una profunda sensación de no encajar. Estas experiencias erosionan la autoestima y la autoeficacia, llevándonos a dudar de nuestras capacidades incluso cuando logramos el éxito. Para mitigar este impacto, es fundamental fomentar espacios más inclusivos y accesibles, tanto en los ámbitos educativos como laborales. Reconocer nuestras diferencias y reformular nuestras experiencias a través del poder del lenguaje puede ser el primer paso hacia la autoaceptación y el bienestar.
Vivir sin un diagnóstico de autismo o TDAH durante gran parte de la vida puede generar una profunda sensación de no encajar. Muchas personas neurodivergentes crecen sintiéndose “defectuosas”, sin comprender por qué tareas que parecen sencillas para los demás resultan abrumadoras para ellas. Esta falta de claridad puede erosionar la autoestima y la autoeficacia, llevándonos a dudar de nuestras capacidades incluso cuando logramos el éxito.
La Autoestima y la Autoeficacia en la Neurodivergencia
La autoestima y la autoeficacia se ven profundamente impactadas cuando el entorno espera que las personas neurodivergentes se ajusten a un modelo neurotípico. Como adultos con diagnóstico tardío, muchos han pasado años esforzándose por cumplir expectativas poco realistas, recibiendo críticas por ser “lentos”, “desorganizados” o “demasiado sensibles”. Como resultado, desarrollan una percepción negativa de sí mismos que se arraiga en la infancia y se refuerza en el ámbito educativo y laboral.
“Siempre me sentí como una impostora. Incluso cuando era promovida, cuando estaba gestionando equipos y procesos importantes y me decían que hacía algo bien, esperaba que me descubrieran como un fraude.”
Este tipo de experiencia no es inusual. La constante sensación de no ser lo suficientemente rápido o competente puede llevar a una autopercepción distorsionada, en la que incluso los logros son minimizados o atribuidos a la suerte en lugar de al esfuerzo y la capacidad real. Sin embargo, reconocer que las dificultades no son fallas personales, sino diferencias en la forma en que nuestro cerebro procesa la información y el entorno, puede ser el primer paso para cambiar esta narrativa.
La Baja Seguridad Psicológica y su Impacto en el Bienestar
La seguridad psicológica —es decir, la sensación de que podemos ser nosotros mismos sin miedo a represalias o juicios— es crucial para cualquier persona, pero en el caso de los adultos neurodivergentes, suele ser extremadamente baja. En el ámbito educativo, muchas personas recuerdan haber sido ridiculizadas por sus dificultades motoras, su procesamiento lento de la información o su necesidad de explicaciones más detalladas. En el trabajo, la falta de adaptaciones y la presión por “mejorar la comunicación” o “ser más rápidos” pueden convertirse en fuentes constantes de ansiedad.
El problema radica en que el mundo está diseñado en función de lo neurotípico, pero no solo eso: las expectativas sociales están marcadas por un estándar que valora ciertos tipos de productividad y contribución. Las formas en que se define “agregar valor” en los ámbitos educativos y laborales suelen estar ligadas a competencias neurotípicas, como la rapidez en la toma de decisiones, la multitarea, la comunicación verbal fluida y la extroversión. Incluso cuando las personas neurodivergentes poseen una alta creatividad, la capacidad de detectar patrones complejos o niveles profundos de empatía, la manera de aprovechar estas habilidades se ve truncada o severamente desafiada por un funcionamiento diferente. Esto genera un impacto significativo en la autoestima y la sensación de pertenencia, ya que muchas veces estas habilidades son invisibilizadas o subestimadas dentro de los estándares predominantes.
Para mitigar este impacto, es fundamental fomentar espacios más inclusivos y accesibles en los ámbitos educativos y laborales. El diseño universal para el aprendizaje (DUA), por ejemplo, propone estrategias para adaptar la enseñanza a distintas formas de procesamiento de la información. En el ámbito laboral, políticas como el trabajo remoto, los ajustes sensoriales y los tiempos de respuesta flexibles pueden hacer una diferencia significativa para la seguridad psicológica de los empleados neurodivergentes.
Reformulando Nuestras Experiencias: El Poder del Lenguaje
Una estrategia fundamental para reconstruir la autoestima y la autoeficacia es reformular nuestras experiencias a través del lenguaje. El modo en que nos hablamos a nosotros mismos moldea nuestra percepción de la realidad. Pasar de pensamientos como “soy un desastre” a “necesito otro tipo de estructura para organizarme mejor” cambia la narrativa interna y nos permite ver nuestras dificultades desde un enfoque más amable y constructivo.
La autocompasión, como señala la Dra. Kristin Neff, no significa autoindulgencia ni conformismo, sino reconocer nuestras luchas con amabilidad y comprensión en lugar de autocrítica. Investigaciones sobre la autocompasión en personas neurodivergentes han demostrado que esta práctica puede reducir la ansiedad, el estrés y los sentimientos de fracaso.
Practicar la reformulación también implica reconocer nuestras fortalezas. La hiperfocalización, el pensamiento innovador y la capacidad de detectar patrones complejos son características comunes en muchas personas neurodivergentes. Si bien el mundo neurotípico tiende a enfocarse en lo que no hacemos bien, el cambio de perspectiva nos ayuda a valorar aquello que nos hace únicos y valiosos.
La Autocompasión como Herramienta para la Regulación Emocional
“La autocompasión es una práctica que debe hacerse constante, no es un ejercicio simple ni una píldora mágica. Pero darme unos minutos para practicarla me ha ayudado a controlar meltdowns y a bajar la ansiedad en momentos extremos.”
Cuando enfrentamos un meltdown o una crisis de ansiedad debido a la sobrecarga sensorial, la presión externa o la fatiga mental, la autocompasión nos permite detenernos y validar nuestra experiencia en lugar de castigarnos por ella. Técnicas como la respiración profunda, el autoconsuelo mediante palabras amables y el reconocimiento de nuestra humanidad compartida pueden marcar una gran diferencia en la forma en que gestionamos estos momentos.
Además, incluir prácticas de mindfulness en nuestra rutina puede ser una herramienta poderosa para mejorar la regulación emocional. La atención plena nos ayuda a observar nuestros pensamientos sin identificarnos con ellos, lo que permite reducir la rumiación y el estrés. Estudios han demostrado que el mindfulness y la autocompasión combinados pueden mejorar significativamente la calidad de vida de personas con TDAH y autismo, al ayudarles a desarrollar una relación más saludable con sus emociones y experiencias.
Conclusión
Para los adultos neurodivergentes, la autocompasión no es solo un concepto teórico, sino una herramienta de supervivencia en un mundo que a menudo no comprende nuestras diferencias. Practicar la autocompasión nos permite reformular nuestra historia, mejorar nuestra seguridad psicológica y fortalecer nuestra autoestima. No es un proceso inmediato ni lineal, pero cada pequeño paso en esta dirección nos acerca a una vida con mayor bienestar y autenticidad.
Fuentes Consultadas